Luego de varios meses dedicados a presentarles
otras disciplinas de la escena local, es el momento de regresar al séptimo
arte.
El turno ahora es para la cinta guatemalteca,
El regreso de Lencho. Desde 2008 escuché
los primeros comentarios sobre el inicio
de la producción de esta película, lo primero que me llamo la atención, fue
saber que la persona en la silla de director era el guatemalteco Mario Rosales,
artista multidisciplinario que ha cultivado la fotografía, la pintura y el
cine, además de trabajar para productoras en New York.
Mario realizo, hace ya varios años dos
cortometrajes muy importantes para la historia del cine guatemalteco, ya que
dichas producciones ganaron premios importantes a nivel internacional. Los cortos mencionados son: 1) La muerte de Diógenes. 2) Amorfo te busque, de los cuales puedo
mencionar con toda sinceridad, solo he podido ver Amorfo.
Sobre el
segundo cortometraje de manera breve, puedo decir que me atrapo toda la
parte visual, pues la cinta maneja hasta donde yo se, de manera real y no a través de efectos de
computadora, una mezcla de formatos de captura que van desde 8mm, 16mm hasta el video digital de alta
definición. Una dirección de arte, muy
bien cuidada y unas actuaciones tipo arte-acción muy memorables, donde la
poesía es el plato fuerte.
Muchos dicen que los cortometrajes representan
los ensayos, de todo lo que un director quiere llegar a materializar en una
Ópera prima, considero que en la obra de Rosales esto queda de manifiesto.
El regreso de Lencho nuevamente hace una mezcla
de formatos, con el agregado que en esta ocasión hace su aparición, una
secuencia de animación bastante sencilla pero muy bien lograda. Nuevamente al
iniciar la cinta, Rosales presenta a manera de homenaje una frase del escritor Luís
Cardoza y Aragón. Esta cinta nos cuenta
la historia de Lencho, un artista que regresa a su país, con el deseo de
generar cambios a través del arte.
Lencho es todo un artista multiformato, es dibujante, es animador, es
fotógrafo y promotor cultural, su vida transcurre entre su constante producción
artística, su constante consumo de marihuana y recuerdos que lo persiguen sobre
la muerte de su padre, ya que la
historia nos va contando a manera de flashback, como el padre de Lencho fue
silenciado en la época del conflicto armado.
Sobre las actuaciones, el protagonista Mario
Lanz considero estuvo muy bien, la verdad no se mucho sobre este artista, ni
en que otras producciones ha participado pero supo adentrarnos en el viaje
introspectivo del artista. En cuanto a
rostros conocidos, vimos a Roberto Díaz
Gomar y Giacomo Bounafina, en unos papeles bastante peculiares, sin duda dos
actores de enorme profesionalismo. Me
es grato mencionar, que hay varios actores (no actores), si bien es algo que
hemos podido observar en las producciones nacionales, en esta película, el
director pudo hacer que estos (no actores) nos entregaran una participación muy
natural, poco forzada y no tan chocante como si ha sucedido en otras producciones
de Casa Comal y Melindrosa Films.
Al final puedo decir abiertamente que me gusto
la cinta, ya que la visión de Rosales sobre el medio artístico en Guatemala es
muy honesta y eso se agradece. Nos presenta como los creadores locales en
diferentes ramas buscan los espacios para manifestarse constantemente en
contra de los abusos y en contra de lo
mal que va el sistema en este país desde hace varias décadas.
Puntuación:
9 de 10.
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